NOS ESTÁN ENVENENANDO…

El juego entre lo saludable y la paranoia

30/04/2018 / Sin comentarios

Leer un titular así puede resultar impactante, o cuanto menos no pasa desapercibido, podríamos juzgarlo incluso como algo paranoico. Esa es la intención ;-)

Leamos los titulares de las siguientes noticias:

 

“Científicos españoles demuestran la relación entre lospesticidas y el Parkinson”


O esta otra:

“Un estudio indica que ratas alimentadas con transgénicostienen más tumores”


Y una más, que dé más peso al argumento, si es que se puede:

“La comida basura es tan adictiva como el tabaco o lasdrogas, asegura un estudio”


Estos titulares merecen al menos un momento para pararnos a reflexionar lo que nos metemos en el cuerpo ¿No?


¿Por qué se considera la obesidad como la epidemia más grande de nuestro tiempo? ¿Cómo es posible que cuánto más desarrollada está la tecnología y mejor se conoce el cuerpo humano, tanto por dentro como por fuera, más aberraciones alimentarias se hacen con él? ¿Por qué nos complicamos la vida con dietas milagrosas, imposibles y peligrosas cuando tenemos la dieta perfecta al alcance de nuestra mano?


Una posible respuesta: porque nos hemos acomodado, nos inflan con publicidad de alimentos beneficiosos para nuestro organismo que realmente esconden una parte oscura que no podemos ver, a no ser que ya sea demasiado tarde cuando nos diagnostican colesterol alto, una intolerancia alimentaria, sobrepeso o alguna enfermedad más grave.

Sin ánimo de sonar “conspiranoide” y, sobretodo, caer en extremismos, sí deberíamos tener en consideración que nuestro cuerpo es la única herramienta que va a estar con nosotros hasta el último de nuestros días.

La idea sería: encargarnos de mantenerla a punto en las mejores condiciones que nos sean posibles. Y esas condiciones no se esconden en ninguna parte, es tan sencillo como ver que nuestro cuerpo es exactamente el mismo al del abuelo de hace 200.000 años. Las enfermedades que hoy llamamos “modernas” (diabetes, colesterol, obesidad...), se deben a que las personas de hoy llevamos una vida en completa 'desintonización' con nuestro diseño evolutivo original.

Todos los animales tienen que moverse para comer, el ser humano civilizado actual no.

Los animales comen estrictamente lo que necesitan para sobrevivir, el ser humano actual, no.

Cuando, coloquialmente se quiere enfatizar en la importancia de la alimentación para nuestra salud,  se dice que  “somos lo que comemos”; pero desde una  perspectiva evolucionista, quizá deberíamos decir que  “somos lo que comieron nuestros ancestros”. A lo largo de nuestra evolución hemos superado etapas muy duras en las que cambiaron drásticamente las condiciones de vida de nuestros antecesores y sobre todo sus patrones de alimentación. Por supuesto, sobrevivieron porque se adaptaron genéticamente a esas circunstancias adversas.

Pero ahora estamos viendo que el cuerpo no se adapta, que el cuerpo se rebela, rechaza y demuestra que no le va bien el exceso de ciertas sustancias que inundan nuestros alimentos “modernos”, pongamos como ejemplo: el gluten. Me tiene absolutamente fascinada... y no en el buen sentido.

¿Cuántas personas conocemos a nuestro alrededor que habiendo nacido sanas, sin la enfermedad de la celiaquía, se les ha desarrollado intolerancia a todos los alimentos que contienen gluten? Si el gluten es una proteína del trigo ¿por qué la tenemos en los yogures, el chocolate, los huevos y hasta en la carne? No hace falta ser biólogo molecular para darse cuenta que algo huele raro… y no es la carne.

El gluten se usa para darle un aspecto más apetitoso al alimento en cuestión. Todos estos alimentos, de apariencia saludable, van inconcebiblemente en su composición con gluten…  y así estamos tomando gluten hasta reventar. Al final ¡intolerante al gluten!

Otro ejemplo: nos suena la frase de “Qué ganas de ir al Burguer que tengo mono”. Exacto, mono por la adicción que crea en nuestro organismo todos los alimentos procesados e hipercalóricos de la comida rápida. Me podrán tachar de exagerada, pero realmente no hay color entre una buena hamburguesa de carne natural a una recién salida del McDonald’s.

Un ejemplo más, que me vengo arriba… es de mis favoritos: “No entiendo, yo ceno Special K y no pierdo nada de peso”. Bien, partiendo de la base que los SpecialK son cereales y que estos son hidratos de carbono, perfecto para meter gasolina al cuerpo porque después se va a requerir por un esfuerzo físico, si lo que se hace es meterse en la cama para dormir, el metabolismo se ralentiza y toda esa energía que nos hemos echado al cuerpo se acumulará en forma de grasa. Pero la publicidad es fuerte, sobretodo ante la ignorancia de las personas, que ven a un monumento de mujer tomando Special K a todas horas y parece que una se va a poner como ella si tomas SpecialK. Digo esta marca aunque a todos se nos viene a la mente multitud de ejemplos similares: barritas AllBran, galletitas Digestive…

En conclusión: no es tan difícil comer bien.

Creo que podríamos quedarnos con esta frase resumen

CUANTOS MENOS PROCESOS QUÍMICOS HAYA PASADO UN ALIMENTO MÁS SALUDABLE SERÁ PARA NUESTRO ORGANISMO.

No es estar a dieta. Es saber que entre un bollo embolsado y un bizcocho casero hay un abismo de componentes dañinos para el cuerpo. Aunque la publicidad sea potente, aunque la oferta alimentaria no deje de crecer y crecer, hemos de conocer qué estamos metiendo en nuestro organismo. La base del éxito para funcionar correctamente estará en conocernos, sentir qué le va bien a mi cuerpo, cuándo, cómo me siento si como demasiada grasa o demasiados hidratos. Se trata de escuchar y darse cuenta, de querer estar bien, de verdad.

Vive tu cuerpo y disfruta cuándo lo alimentas.